El Jardín de la Tregua
La mansión de cristal y acero era un recuerdo lejano cuando el coche se detuvo ante la fachada de piedra de "Vega Botánica". El complejo, que combinaba invernaderos de estilo victoriano con una casa principal antigua, olía a tierra húmeda y a la dulce fragancia de la flor de Lirio de los Valles; un contraste terrenal y vivo con la opulencia estéril de Elías.
Ariadna sintió un alivio profundo al ver el lugar. Desde el sacrificio de su sangre que había curado a Elías de la Plaga, una misteriosa y poderosa enfermedad, la salud de Elena había experimentado una mejoría milagrosa. Ya no era la mujer frágil y confinada que Ariadna había dejado. Ahora, Elena vivía en una relativa paz en su hogar ancestral, bajo el cuidado de la persona que Ariadna siempre había conocido como su tía, aunque sabía que la conexión era de alma y no de sangre. Para ella, eran hermanas, una familia.
La empresa, aunque aún renqueante, comenzaba a resurgir. Carlos se movía con cautela a la cabe