-Lo siento...yo- Francisco estaba avergonzado.
Incluso las almas más puras pueden tener unas gotas de maldad en su interior. Francisco pensaba de haber cometido un error apenas había regresado a la Villa. Pensaba que había sido egoista de su parte regresar después de aquella mañana. Ella tenía una vida y él solo era un fantasma del pasado que aún la lastimaba porque él nunca había sido suficientemente bueno para ella. Y no solo le había fallado a ella, le había fallado a Rebecka.
-Te querré y te protegeré siempre - dijo Rebecka despegandolo de sus pensamientos. - Eso me dijiste la noche de bodas. Nunca mencionaste nada de la fidelidad. - sonrió.
Ella era la mejor amiga de todas. La más comprensiva y la más rara, tenía que admitirlo, incluso más que Constanza. Ella con sus amigas especiales y su voz chillona y alegre, ella no parecía atrapada, parecía libre. Ella no era como aquellos dos chicos enamorados en la biblioteca de aquel día de primavera, ella no escapaba del destino, ella