Cuando Charlize conoció a Matías, su amor era muy imposible, porque ella era demasiado pequeña y su padre creía que el amor por el hermano de su segunda esposa pasaría con los años. Que equivocado estuvo. Matías ahora es un hombre maduro, uno de los mejores agentes policiales y dado a disfrutar de la soltería. Por supuesto, olvidó el amor que una pequeña le profesaba hace muchos años atrás… pero pronto ella misma se encargará de recordárselo, solo que ahora es una mujer y escaparse de ella no será tan fácil. ¿Podrá Charlize Finnick conquistar a Matías Méndez, incluso en contra de su voluntad?
Ler maisTodo en la mansión Finnick es una locura, hay dos decenas de personas en el jardín, moviendo todo, acomodando sillas y mesas. Arreglos de dulces, globos y una mesa lista para recibir los regalos que le llevarán ese día a la princesa.
Es el cumpleaños número trece de Charlize, pero para Gerard es como si fuera ayer que la tuvo entre sus brazos.
—No es justo que crezcan tan rápido —dice Gerard, mientras abraza a su esposa por la espalda.
—Es la ley de la vida, ¿qué podemos hacer?
—Lo dice la mujer que corretea la pequeña novia de su hijo —ella frunce el ceño y se enfrenta a su esposo —. Oye, Ethan ya tiene siete años, es hora que lo asumas.
—¡Yo no asumo nada! Es muy pequeño, cuando sea mayor podrá buscar nuevas opciones.
—Pero sabes que no lo hará…
—Así como no lo hará Charlize.
—Ese es un golpe bajo, mujer.
Por respuesta, Gerard recibe un beso de su mujer y la ve caminar a la cuna en donde descansa su pequeña Lianna, de casi un año. Los dos se quedan viendo a la pequeña dormir, tranquilamente y con esa sonrisa bella, capaz de cautivar a cualquiera.
Los invitados comienzan a llegar poco a poco, dejando sus regalos en la mesa, preguntando por la festejada. Unos minutos después, Gerard recibe un mensaje de Charlize y corre al interior de la casa.
Luz ni se preocupa ni se molesta en preguntar qué pasa, porque ese hombre es un exagerado cuando se trata de sus hijos, en especial de su princesa bella.
Cuando Gerard entra a la habitación, se encuentra a Charlize sentada en la cama y mirando al suelo.
—Princesa, ¿qué pasa?
—¿Tú crees que venga esta vez? —su hija lo mira con esos ojos esperanzados, los mismos de todos los años.
Gerard se sienta a su lado y ella apoya su cabeza en el brazo de su padre. Se le hace difícil entender que su nena ve todo de una manera muy diferente a la de una niña de trece años, tal vez por eso pensar que esté esperando otra vez a Matías, lo hace estar entre la espada y la pared.
—Tu madre lo invitó, igual que siempre, pero no sabemos si vendrá.
—¿Por qué duele tanto el amor, papi?
Ella deja salir un sollozo y Gerard la abraza, se siente tan impotente, saber que su nena sufre como una adulta por ese hombre, pero no pueden estar juntos, eso sería muy incorrecto, ni ahora ni nunca… no, se niega a que su niña caiga en las manos de un hombre mayor.
En especial si ese hombre es el hermano de su esposa, es como si fuera su tío. Aunque ella se niegue a verlo de aquella manera. Para Charlize, Matías es su héroe, su caballero andante, el único amor que su corazón admite.
—Te prometo que pasará, un día lo olvidarás y te enamorarás de un jovencito de tu edad, que te verá como la increíble niña que eres.
—Eso es lo que tú quieres… pero no necesariamente lo que pasará.
Ella se aparta, se seca las lágrimas y Gerard la ve tan frágil. Se traga el orgullo de papá posesivo y, sin saber si es correcto o no, en ese momento solo quiere ver a su hija feliz.
—¿Te espero?
—Sí, no quiero bajar sola.
Ella se mete al baño, Gerard saca su teléfono y textea un mensaje para Matías.
«Supongo que este año no dejarás a mi hija de lado»
Uno segundos después, Matías le responde.
«Creí que no me querías en tu casa… pero aunque quisiera ir, no tengo regalo para la princesa»
Gerard mira la puerta del baño y le escribe rápidamente la respuesta.
«Si el regalo es tuyo, puedes traerle lo que sea y será feliz. Solo asegúrate de llegar.»
Matías le responde, pero Gerard no llega a ver la respuesta, porque Charlize sale del baño, más calmada y con una sonrisa que lo deja más tranquilo.
Salen de allí hablando de los invitados que han llegado. Gerard le cuenta que su tío Dan ha llegado con un regalo enorme y pesado, solo con el afán de opacar a los demás. Cuando se unen a la celebración, todos aplauden a la cumpleañera y se acercan a abrazarla.
La primera en acercarse es Keylen.
—¡Estás tan grande, princesa! No puedo creer que mi niña ya sea cinturón azul, estoy tan orgullosa de ti.
—Gracias, tía.
—No te olvides, puedo enseñarte otros golpes, de esos que no aprenderás en ninguna parte…
—Ya, ya, Keylen, no le metas ideas a mi hija —dice Gerard y todos se ríen.
Dan, James, Elizabeth, Amy, John, Abraham, Lauren… todos y cada uno se acercan a felicitar a Charlize, que no aparenta los trece años, sino unos dieciséis. A Gerard le da un microinfarto cada vez que alguien resalta esa cualidad de su hija y Luz solo niega con la cabeza.
El resto de la fiesta se trata de dejar a los más pequeños correr por donde sea, mientras las adultos se dedican a conversar. Charlize queda entre su madre, Dan y Keylen.
—Yo creo que me retiraré en unos años más, puede que ocho. No quiero ser un viejo metido en tribunales, lo mío es ir por ahí, con mi mujer y mis hijos.
—Gerard quiere lo mismo, yo puede que me quede diez años más… todo dependerá de quién se quede a cargo.
—Yo solo quiero tener un buen saco de arena en el gimnasio —dice Keylen —. Ya que no puedo andar por las calles, pateando criminales…
Pero el resto del discurso de Keylen, Charlize se lo pierde en cuanto ve la figura de Matías entrar al jardín, viene de uniforme, con una caja grande entre las manos y aquella sonrisa que ella recordaba.
—Matías… —susurra emocionada y sale corriendo, dejando a Dan con la pregunta en la boca —. ¡Viniste!
—Sí, princesa, aquí estoy… me escapé del trabajo un rato.
Ella se lanza a su cuello y aspira ese olor que hace tanto no tenía cerca. Matías trata de separarse pronto de ella, porque sabe lo que para ella significa. Cuando lo consigue, le entrega la caja y los ojos de ella son pura ilusión.
Gerard y Luz se acercan, Matías saluda a su hermana y luego a su cuñado, que lo mira como asesino en serie, pero asiente de todas maneras.
—¿Puedo abrirlo? —pregunta la niña, ilusionada.
—Es tu cumpleaños, puedes hacer lo que quieras —le dice Matías y ella salta emocionada.
Puede tener la inteligencia de un adulto, puede pensar como uno, pero sigue siendo una niña. Cuando quita el moño de la caja, la abre y da un gritito de emoción cuando saca un enorme elefante de peluche.
—¡Es hermoso! Dormirá conmigo, lo prometo.
—Me alegra que te guste…
—¿Quieres pastel? —y antes de que Matías responda, ella mira a su madre —. ¡Cumpleaños feliz, ahora!
Sale corriendo con el peluche entre sus brazos, comienza a llamar a los niños para apagar las velas y todos se aglomeran en la mesa.
Gerard y Luz se paran a cada lado de Charlize, pero ella solo mira a Matías. Encienden las velas y todos cantan desentonados, pero ella no escucha nada.
—¡Que pida un deseo!
—¡No, son tres!
—¡¡Que pida todos los que quiera!! —grita Keylen y todos se ríen.
Pero ella solo necesita uno, solo ese. El mismo que ha pedido desde su cumpleaños seis, sin falta. Mira el fuego de las velas, un vistazo rápido a él y toma el aire suficiente para apagar las velas, mientras desea su mayor anhelo…
«Cuando cumpla los veinte, quiero que Matías se fije en mí»
Trece años después…Luego de que Alma naciera, pasaron seis meses y Charlize esperó a Matías con una deliciosa cena que compró, porque la que ella le hizo se quemó, para darle una noticia que lo haría desmayarse de la silla… serían padres otra vez.Y hasta allí llegaría la familia Méndez, con el nacimiento de Matías Gerard.Ambos decidieron que por la edad de Matías y por las metas de Charlize, dos hijos eran suficientes para darles amor. Y fue una decisión muy acertada, porque para cuando Alma cumplió los cinco años, le diagnosticaron trastorno del espectro autista leve, eso la hacía diferente en muchos sentidos y su padre solo quería que tuviera la vida más normal posible.Pero eso, era imposible.Alma, además, tenía un coeficiente intelectual de doscientos ochenta, muy por sobre los doscientos veinte de su madre.Era por esa razón que se encuentra toda la familia en la graduación de la chica, en medio de todos sus compañeros de la escuela. Sonreía feliz, porque había sido aceptada
Tiempo después…—¿En verdad crees que haya sido un suicidi0? —le pregunta Morgan a Matías, este permanece en cuclillas al lado del cuerpo de una mujer de unos cuarenta años, pensativo.—¿El marido?—En la habitación de al lado, aún afectado.Matías se pone de pie, observa toda la sala y camina hasta donde se encuentra el marido. Allí, dos agente permanecen con él, tratando de consolarlo. La razón para que el FBI se hiciera cargo del caso es porque la mujer muerta es nada más y nada menos que la embajadora de Honduras.En la entrada de la habitación está una de las agentes que interroga al asistente de la embajadora, que está tan afectado por la muerte de la mujer, que no puede decir ni una palabra en inglés.—Agente, dele unos minutos, si no puede hablar en su idioma, yo mismo lo haré —le dice Matías.Se para frente al marido, que lo ve con los ojos rojos de tanto llorar y luego baja la mirada, Matías observa todo el lugar y hay algo que no le cuadra en el lugar.Mira a Morgan, que ya
En el instante en que les corresponde decir sus votos, Matías le dice a Charlize que ella lo haga primero. Se toman de las manos, se miran a través del velo y se sonríen, ella toma aire y lo deja salir lentamente, sin poder creer que esté cumpliendo su sueño.—Matías, los primeros años de mi vida fueron muy duros, había perdido a mi madre y mi padre era casi un hombre ausente en mi vida. Pero cuando Luz Méndez llegó a nuestras vidas… en serio fue un rayo de luz.«Con su sola presencia iluminó todo, desde que la conocimos en aquella heladería. Sentí esa conexión única entre madre e hija y quise que ella fuera mi madre a partir de ese momento. Pero aún me faltaba algo, era como si mi vida no estuviese completa y cuando llegaste a visitarla, me di cuenta lo que era.«Verás, mi madre fue la luna en la noche de nuestras vidas, pero tú… tú te convertiste en el sol de la mía —cierra los ojos y se ríe algo avergonzada—. En ese momento en verdad creía que había un monstruo en el árbol. Todos e
Un mes después…El proceso en contra de la organización que traficaba con personas había iniciado e iba por un excelente camino. Matías había obtenido la firma a su solicitud y había ingresado al fin en el FBI, Morgan lo había pedido especialmente como su compañero, alegando que lo necesitaba para la investigación de las desapariciones.Los dos habían hecho buen equipo, no sin antes enfrentarse en el ring, era la única manera «legal» que tenía Matías de cobrarse el secuestro de Charlize. Los dos habían terminado tan golpeados, que tuvieron que llevarlos en calidad de bulto a la casa, pero si creían que Charlize fue delicada con Matías por llegar así, se equivocan.A punta de pantuflazos lo llevó a la cama, le curó las heridas y luego se desquitó con sex0 como para que al día siguiente le doliera más.Las cosas para ellos habían mejorado bastante, el único problema eran los antojos de Charlize, que llegaban a cualquier hora, pero Matías no podía decirle que no, porque se le partía el c
Aquel día era muy importante para Charlize.Morgan había conseguido rescatar a cada una de las chicas que estaban retenidas, todas habían quedado internadas en un hospital para ser evaluadas y luego trasladadas a una casa especial para protegerlas, mientras el FBI se aseguraba de que aquella banda estaba por completo desbaratada.Ese día las chicas podrían regresar a sus hogares, pero antes querían verla para agradecerle. Morgan se encargó de contarles que ella fue quien ató cabos y movió todo para que las buscaran.Al entrar a la casa, Charlize puede sentir aquella tranquilidad del lugar, Matías va con ella como su guardián, la mantiene pegada a su cuerpo en un acto protector, lo que provoca sonrisas en Charlize.—Usted se puede reír, señora Méndez, pero no le vuelvo a dejar sola.—Tienes que trabajar y yo también.—Te pongo un séquito entonces…—¡Charlize! —la voz de Morgan llama la atención de la pareja, que los invita a ir por el costado del edificio—. Están muy emocionadas de con
Matías se lanza a los labios de su princesa con desesperación, ella lo toma por la nuca, puede sentir el sabor salado de las lágrimas mezcladas de ambos y para cuando se separan para poder respirar, solo puede ver el rostro ilusionado de un hombre enamorado.—¿En serio estoy embarazada?—¿No lo sabías? Pero si te hiciste tres pruebas, mi amor y todas marcaron positivo.—No alcancé a verlas… cuando terminé de hacerlas, Morgan me llamó, me estaba esperando fuera y tuve que salir enseguida… —hace un puchero y llora un poco más —. Yo quería decirte… quería ver tu reacción.—Me desmayé, caí como saco de papas al suelo del baño… —ella se ríe y Matías la vuelve a besar, luego la mira a sus ojos azules vivarachos y roza su nariz con la de él—. Te juro que nunca fui tan feliz como cuando al fin pude estar contigo, pero saber que seré padre gracias a ti me hace sentir que no puedo más de felicidad.—¿No estás enojado?—¿Por qué debería estarlo?—Porque puede ser mi responsabilidad, se supone qu
Último capítulo