Derek
La casa está en silencio cuando Vanessa regresa. Puedo escuchar sus pasos antes de verla aparecer en el umbral, con ese aire de reina intocable que siempre lleva puesto como una segunda piel. Se detiene al verme apoyado en la chimenea con un vaso de whisky a medio terminar. Sus labios se curvan apenas, como si encontrara toda la escena divertida.
—¿Esperándome, cariño? —dice con fingida dulzura, colgando su bolso en el perchero—. Qué detalle.
La observo en silencio unos segundos. La he visto sonreír muchas veces, pero esta vez no siento nada más que repulsión. La rabia me quema por dentro, pero la mantengo a raya, contenida y fría.
—Siéntate —le ordeno con voz firme.
Ella arquea una ceja, pero se deja caer con elegancia en el sillón frente a mí, cruzando las piernas como si esto fuera un juego.
—¿Tan serio estás? ¿Qué pasa, Derek? —pregunta con ese tono burlón que tanto detesto—. ¿Descubriste algo nuevo? ¿O es que Maddison volvió a hacerte dudar?
—No quiero escuchar su nombre de