CAPÍTULO 63: SECRETOS COMPARTIDOS
Vanessa
Mientras conduzco por la autopista, mis dedos tamborilean sobre el volante y una sonrisa me curva los labios. Todo sigue exactamente como lo planeé. Maddison regresó solo para revolver el fango de su propia desgracia, pero no le queda más que aceptarlo: soy yo quien tiene el control ahora. Su intento de casarse con Andrew es un chiste que apenas me roza. Que se ilusione todo lo que quiera. Al final, será solo otro error más que la empujará a la ruina.
Recuerdo con deleite la expresión de Maddison en la fiesta: la forma en que su rostro se endureció, su mirada suplicante cuando anuncié mi embarazo frente a todos. Es casi erótico pensar en cómo le arrebaté la calma con tan pocas palabras. Me gusta tener ese poder, me gusta saber que nada de lo que haga podrá detenerme.
El hotel donde me encuentro con Julián es discreto, con cortinas pesadas y una recepción donde nadie pregunta nada. Subo por las escaleras en lugar de usar el ascensor, prefiero m