CAPÍTULO 44: LA NUEVA AMANTE
Maddison
La noche de la invitación finalmente llega. Llevo un vestido negro que abraza mis curvas con una elegancia peligrosa, un escote sutil y un maquillaje que no oculta nada, solo resalta lo que ya duele mirar. No hay rastros de la mujer que entró hace cinco años a prisión. Maddison Evans quedó enterrada en esa celda, la que camina ahora no tiene miedo.
El murmullo del salón es como una sinfonía lejana, una mezcla de risas, copas tintineando, discursos vacíos y promesas disfrazadas de beneficencia. La élite de California se ha dado cita esta noche bajo las luces cálidas de un hotel demasiado ostentoso, un lugar donde la hipocresía brilla más que el oro de los candelabros. Todo es apariencia, mentiras, y yo encajo a la perfección.
Mis tacones suenan cuando cruzo la entrada principal, mis ojos recorren el lugar con calma mientras los murmullos empiezan a cambiar de tono. Me observan, analizan y algunos empiezan a preguntarse quién soy. Perfecto.
El aire