CAPÍTULO 159: LADRIDOS EN LA OSCURIDAD
Derek
El mundo se convierte en un torbellino de luces y ruido en el momento en que Maddison se desploma en mis brazos. Sus ojos se cierran como si la vida le pesara demasiado, su piel se vuelve fría en segundos y yo apenas logro mantenerme en pie mientras la sostengo, gritando su nombre, sacudiéndola con suavidad, tratando de que vuelva. La puerta de la casa de Sofía se abre de golpe, la policía se acerca, el investigador me ayuda a mantenerla estable mientras la cargo hacia el auto. No espero a que llegue la ambulancia, la llevo yo mismo al hospital más cercano, desafiando semáforos, bocinas y el sonido agudo de mis propios latidos acelerados.
Cuando por fin llegamos los médicos la reciben y se la llevan en una camilla, mi camisa está empapada de sudor frío y las manos me tiemblan de una manera que me hace sentir que estoy a punto de romper algo, o a alguien. Uno de los doctores me detiene antes de entrar a la sala. Su rostro es serio, casi impe