CAPÍTULO 138: LA SANGRE NO MIENTE
Derek
El silencio que se instala entre nosotros pesa más que cualquier palabra. Maddison me mira con los ojos empañados y una expresión que no logro descifrar del todo. Tiene la respiración agitada, las mejillas encendidas, y en sus manos tiembla la imagen impresa de una ecografía que no necesita explicación. La veo clara, nítida, con esas pequeñas líneas que delatan una nueva vida creciendo dentro de ella.
—Perdóname —susurra, casi sin voz—. No sabía cómo decírtelo. Tenía miedo…
Mis labios se entreabren, pero no sale nada. Me quedo ahí, mirándola, sintiendo que el suelo se me mueve bajo los pies, pero no por un golpe… sino por algo tan grande, tan inesperado y milagroso, que no me atrevo a creerlo del todo. Ella interpreta mi silencio como un rechazo y da un paso atrás.
—Si no quieres esto… si ya no quieres seguir conmigo, lo entiendo. Solo…
—Maddison —digo por fin, en un susurro áspero, antes de cruzar la distancia entre nosotros en dos zancadas—. N