CAPÍTULO 130: AQUEL QUE HEREDA
Derek
El murmullo de la ciudad parece más agudo esta noche, o tal vez soy yo el que está demasiado expuesto, demasiado abierto a cada sonido, cada eco, cada maldit4 vibración. Acabo de dejar a Maddison en casa. Ella dormía, por fin, después de llorar como si se le hubiese partido el alma en dos y probablemente así fue. Yo mismo lo sentí cuando escuché a Eleanor decir que se había deshecho del niño, como si se tratara de una caja vieja. Como si lo que le quitó no fuera el alma a Maddison, ni la posibilidad de ser madre en paz, sino simplemente un estorbo que quería desaparecer. No hay manera de borrar esa imagen de su rostro, de sus manos temblando, de su cuerpo colapsando mientras intentaba mantenerse de pie. Así que me fui, porque no podía quedarme allí viéndola rota sin hacer nada útil, y me vine a ver a mi abuelo.
Jonathan me espera en su oficina con una taza de café entre las manos y ese aire de cansancio elegante que siempre lleva encima, como si no