CAPÍTULO 129: EL RASTRO DE LA SANGRE
Maddison
Han pasado tres días desde que Vanessa publicó ese maldit0 video. Tres días desde que mi nombre volvió a circular en los titulares, pero no como la mujer que logró salir adelante, sino como la villana de una historia que no escribí. Ahora soy “la amante”, “la ladrona”, “la culpable del aborto”, “la asesina” de una mujer que, irónicamente, fue la que me robó todo a mí.
No salgo de casa, no puedo. El pent-house es lo único que me protege del mundo allá afuera. Cada vez que prendo la televisión o desbloqueo el teléfono, hay algo nuevo. Un artículo, un mensaje, un video de algún idiota diciendo que merezco estar presa. La gente no necesita pruebas cuando les dan un rostro que odiar y el mío parece perfecto para ese papel.
Derek intenta animarme, me lleva el desayuno a la cama, me acaricia el cabello con delicadeza y dice que lo siente, que todo esto pasará, no estoy sola. Y aunque quiero creerle, hay una parte de mí que no puede. Porque nunca