CAPÍTULO 113: EL ÁNGEL EN LAS SOMBRAS
Vanessa
Desde que amaneció, el silencio en esta casa se ha vuelto insoportable. Camino por vestíbulo frío con el eco de mis propios pasos como única compañía. Derek salió temprano, no dijo adónde iba, no ha respondido mis llamadas ni mis mensajes y aunque quiero pensar que está ocupado… algo dentro de mí no puede dejar de temblar.
No es miedo, es intuición. Esa punzada incómoda que me atraviesa desde anoche, desde esa discusión absurda en la que me amenazó y desde que todo empezó a joderse más. No puedo concentrarme, no he probado bocado, y aun así me obligo a ponerme los tacones, tomar el bolso, fingir que todo sigue bajo control. Si algo me enseñó mi padre es que las emociones son debilidad, y yo no puedo permitirme mostrarla ahora.
Estoy por abrir la puerta cuando escucho el timbre. Me sobresalto, es extraño. El personal de servicio ya no está a esta hora y nadie toca en esta casa sin avisar. Me detengo y espero un segundo y entonces la puerta