Puede que...
-¡¿Qué hiciste que?!
Los ojos de Claudia lucen exaltados y sus mejillas sonrojadas.
-¡Pensaba que tus padres eran unos idiotas, pero ya veo que la estupidez es genética en tu familia!
-Claudia, cálmate.
Mi amiga para de dar vueltas para mirarme con desconcierto, yo solo continuo sentada en el edredón rosa de su cama observando como echa fuego por los ojos.
-¡No puedo calmarme!
De acuerdo, si sigue así el jardinero podrá ser capaz de escribir un enorme artículo de mi vida privada. Y eso que el jardín de la casa de Claudia no está nada cerca de su habitación.
-¿Sabes lo que tenías que decirle en ese momento? – Hace una pausa esperando a que conteste, pero no digo nada – ¡Que se vaya a otro lado con su maldita psicosis!
-Claudia, no puedo hacer eso. El necesita mi ayuda.
-¿Y por qué tienes que ser tú la que se sacrifique?
-¡No me estoy sacrificando! Quiero hacerlo.
Claudia deja caer sus hombros con resignación y se sienta junto a mí con desanimo.
-¿Por qué no puedes ser egoísta por una v