Salimos de la casa de Claudia con nuestro ya acostumbrado silencio incomodo demasiado rápido para mi gusto. Asustada de la manera de manejar de Adam tomo el cinturón de seguridad y me lo coloco.
-Creo que lo más conveniente sería que me lleves a mi casa.
Adam me mira por primera vez desde que salimos de la casa de los Lewis, sus cejas están muy juntas y su expresión enojada.
-¿A tu casa para qué? No hemos comido.
-No tengo hambre Adam, déjame en mi casa.
-No.
Su respuesta es tan cortante que me sorprende.
-Adam, estás enojado y yo no tengo deseos de discutir.
-¿Por qué vamos a discutir? "Nena"
Esta última palabra la dice en un tono más grave, como si estuviera imitando la profunda voz de Colton.
-¿En serio? ¿Y se supone que tú eres el maduro aquí?
Adam echa un vistazo hasta mi asiento y vuelve su vista a la carretera. Yo me mantengo pegada del sillón sin mirar el millero o la ventana, para no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.
-Estoy siendo maduro. Te estoy llevando