—¿Qué más quieres, Nathaniel? —preguntó Henry, enojado. ¿Qué más podía pedirle a su amigo del reino vecino? ¿No era lo suficiente que le hubiese ofrecido a su bruja para que le curase su enfermedad mortal?
Nathaniel respiró profundamente, tratando de reunir su coraje.
—Mi rey —dijo finalmente, sosteniendo la mano de su amigo en una indicación de apoyo —Le ruego que cuide de mi esposa mientras estoy fuera. Los hechizos de su bruja aún no han producido efecto, y me temo que mis días están contados.
Henry arqueó una ceja, pero no dijo nada. Al final, Henry se inclinó hacia delante y, recogiendo la mano de Nathaniel, cerró sus dedos frágiles.
—De acuerdo —aceptó —Enviaré a mis mejores guerreros para que te escolten de regreso a tu territorio. Y asegúrate de que tu esp