Era la primera vez que lo hacía, y no estábamos intimando. Fue corto, pero tierno. Sonreí con los ojos llenos de lágrimas.
—Me he… enamorado de ti Emma –confesó y las lágrimas se acumularon en mis ojos –tardé en verlo, pero… espero que no sea tarde.
—No lo es. Yo también te amo… —confesé envolviéndole en un tierno abrazo y volvimos a besarnos. Me sentía feliz, sin embargo, al recordar al rey enfermo una punzada extraña invadió mi corazón.
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A la mañana siguiente, desperté