Capítulo 9Yo permanecí en las sombras, apoyado contra el muro.Emma se quedó mirando fijamente hacia la penumbra, con la cara tensa y los ojos brillantes como las estrellas. Una parte de mí quería revelarme, pero mis ojos se deslizaron hacia sus senos perfectos y me sobrecogí.Emma se tumbó en la cama, su respiración se volvió tranquila y profunda como el mar. Cuando se acurrucó en su lugar, sus pechos se apretaron contra su brazo y su cabello rozó su mejilla. Su cuerpo estaba apenas iluminado por la luna llena.Obserqué su forma física en silencio, mi corazón latía desesperadamente en mi pecho. Sentí que mis ojos se quedaban clavados en sus pezones rosados y suave piel.—¿Quién eres? —murmuró ella con un sueño dulce.Me hundí en la sombra, no podía dejar que me viera.Emma empezó a moverse en su sueño, sus manos empezaron a recorrer su cuerpo. Con un suspiro agitado, sus manos se deslizaron por su cuello, cada una de sus uñas levantadas como garras.Sus dedos comenzaron a rodar le
Nuestras lenguas se entrelazaron las de los otros, y nuestras manos se deslizaron con sorpresa por nuestros cuerpos. La sábana rozó mis piernas, dejando expuesta mi suave piel y mi cuerpo se calentó rápidamente. Él comenzó a desabrochar mi vestido y lo sacó con fuerza, dejándome en mi silueta perfecta.Mis pechos grandes estaban expuestos al aire y los pezones se endurecieron en sus manos. Un siseo se escapó de mi boca.Él me dejó de besar, y miró mi pecho con un brillo en sus ojos. Con cuidado, levantó una mano y lo acarició con sus dedos, acariciándolo con suavidad. Un suspiro se escapó de sus labios y me incliné para besarle de nuevo.Mis brazos se movieron lentamente para deshacerme de su ropa, maravillada por la fuerza de su cuerpo.Una vez que mi ropa se había ido, él me tomó en sus brazos y se sentó en la cama.Me recosté contra sus caderas y mi mano empezó a jugar con la cuerda de sus pantalones. Él suspir con placer, su mano se movió lentamente por mi espalda, acariciándola.
—Bueno… es por precaución –susurró mi amiga sosteniendo mi mano.Pasamos la tarde dando vueltas por la ciudad, también en tiendas de telas delicadas y costosas. Debía preparar mi vestido para la cena que estaba próxima a realizarse. Era raro tener que mirar encaje, pero era el grito de la moda y quería que Nathaniel me amara. Sonreí sin poder evitarlo.Luego fuimos a tomar unas tazas de té, con unos pasteles muy sabrosos. Pasamos unas horas maravillosas, hasta que llegó el tiempo de separarnos. Nos dimos un fuerte abrazo.—Mañana espero poder quedarme –comentó y asentí sosteniendo sus manos –pero sino, vendré a la cena la próxima semana.—Espero verte amiga mía –susurré y ella sonrió.Llegué a casa, por suerte los guardias se quedaron afuera. Rodé los ojos, antes de ing
Quiso decirme algo, pero un lacayo le interrumpió. Venía corriendo, sin pedir permiso dejó un sobre sobre la mesa, lo observamos confundidos por la irrupción. Sabíamos que aquel muchacho era respetuoso.————————————————————————————————————————————————¿Ocurre algo? –pregunté y él asintió.—Tenemos nuevo rey, están invitados a la coronación que será mañana, Miladi –comentó y se inclinó.Nos observamos perplejos con Nathaniel, y en cuanto el lacayo se fue dijo: —No. Iré solo.—No puedo hacerle un desplante así a u
Emma.Llegué al bosque sollozando, las lágrimas caían en cascada alrededor de mis ojos. Mis mejillas estaban empapadas, mi corazón quebrado. Dejé caer mi cuerpo sobre mis rodillas, que no sintieron el impacto por las telas.—¿Por qué a mí? No tuve una madre… perdimos todo por mi tonta enfermedad… papá… Hiciste todo tan bien papá. Te extraño, siempre fui tu pequeña niña. Y ahora, me tocó un matrimonio sin amor ¿Acaso es mi culpa por insistir en él?Seguí llorando, cuando de pronto, escuché el crujido de una rama. Levanté mi rostro con prisa, encontrándome a una mujer a la distancia. Estaba lejos, sin embargo, el sol justo le dio en el rostro. Pude apreciarla: la mitad estaba quemada, con un ojo cerrado y la otra mitad, era muy parecida a mí.Me quedé perpleja, ya la había
Nathaniel.—Milord… la señora Emma aún no llega –comentó la voz de María.—Ya aparecerá –respondí revisando unos números para mis hectáreas, debido a la escasez de lluvias, las cosechas habían sido afectadas.—Pudo ocurrirle algo –insistió la doncella. Observé que estaba de noche y asentí. Se me había pasado el tiempo trabajando.Salí de la habitación sin dar explicación, cuando crucé la salida María se acercó a mi con un tapado entre sus manos.—Es para la señora, debe estar asustada y con frío.—No dije que la iría a buscar –señalé y ella negó.—Sé que lo hará, usted la ama, aunque no se dé cuenta de sus sentimientos.Me dejó el saco, y la observé perplejo ¿Amarla? ¡Claro que no! Emma era una esclava, que simplemente hacía el papel de esposa que no estaba dispuesto a conseguir. Solamente lo hice para tener un heredero, ya lo tenía.Rodé los ojos subiéndome a mi caballo, luego de avisarle a cinco lacayos que me acompaña
Emma.Al día siguiente, me encontré frente a un plato de sopa caliente, y mi vendaje cambiado. Sonreí al ver a Nathaniel frente a mi, sostenía una cuchara y me reí –Puedo comer sola.—Tú solamente obedece –respondió y me reí abriendo la boca –cuidado, puede estar caliente –susurró soplando la cuchara y luego alimentándome.Lo hizo en silencio, aunque por dentro quería saber que pensaba. Seguramente mi aspecto era horrendo, mis bucles debieron estar descontrolados por todos lados, y mi rostro ojeroso. Quizás más pálida de lo normal.Al caer la tarde, a la hora de la merienda, mi esposo estaba de nuevo frente a mí, sosteniendo una bandeja con muchos bocadillos, frutas y una taza de té.—Es especial, para tener energía –señaló la taza y asentí –traje frutas y p
La muchacha, Emma, se encontraba de pie frente al desconocido, con las manos temblando y la mirada baja. El Duque le había comprado a su padre, el Marqués, y ella no sabía qué esperar.El Duque la inspeccionó con sus ojos fríos y desinteresados. "¿Estás embarazada?", le preguntó.Emma agarró.El Duque gruño. "¿Y de quién?" Él apretó los dientes. "¿De algún joven estúpido?"Emma sacudió la cabeza con determinación. "¡No!""Entonces, ¿quién?" Él la acercó más y ella pudo ver el rastro de enfado en sus ojos."Un hombre que me raptó", respondió ella en un susurro.El Duque se quedó en silencio durante un largo momento, contemplando a Emma. Ella podía sentir su ira y su desdén. Pero por alguna extraña razón, también notó una leve nota de compasión en su mirada.Él sospechó. "Muy bien. Te daré alojamiento y comida, pero no esperas nada más de mí. ¿Entendido?"Emma se acercó con rapidez. "Sí, milord". Se dio cuenta de que tenía suerte que el Duque la hubiera salvado de la ruina económica que