Capítulo 2

Capítulo 2

Emma dejó escapar un suspiro de alivio mientras sentía cómo el peso de su hijo era colocado sobre su pecho. Las lágrimas llenaron sus ojos al mirar al bebé por primera vez. Pequeño, frágil y perfecto, el niño emitió un suave llanto que resonó en la habitación. Emma acarició suavemente su mejilla, completamente perdida en el momento.

El Duque observó la escena desde un rincón de la habitación, con los brazos cruzados y una expresión indescifrable en su rostro. Había estado presente durante todo el parto, algo que ningún noble solía hacer, pero su preocupación había sido evidente. Ahora, mientras veía a Emma sostener al bebé, parecía luchar con emociones que no lograba controlar.

"¿Cómo lo llamarás?" preguntó finalmente, su voz más suave de lo habitual.

Emma levantó la mirada hacia él, todavía sosteniendo al niño. "No lo sé aún, milord. Pero quiero que tenga un nombre que simbolice esperanza... y fuerza." Miró al bebé de nuevo, reflexionando. "Tal vez... Gabriel."

El Duque asintió lentamente, como si estuviera probando el nombre en su mente. "Gabriel. Es un buen nombre."

Durante las semanas siguientes, el castillo se llenó de una energía nueva. Emma dedicó todo su tiempo al pequeño Gabriel, amamantándolo, cantándole canciones y sosteniéndolo mientras dormía. El Duque, aunque todavía reservado, comenzó a aparecer con más frecuencia en los momentos cotidianos. A veces se quedaba observándolos en silencio desde la puerta, y en otras ocasiones, incluso sostenía al niño en sus brazos, aunque con torpeza.

Una noche, mientras Emma estaba sentada junto a la cuna de Gabriel, el Duque entró inesperadamente. Llevaba un libro bajo el brazo y tenía una expresión inusualmente seria.

"Quiero leerte algo", dijo, sentándose en una silla cercana.

Emma levantó la vista, sorprendida, pero asintió. "Por supuesto, milord."

El Duque abrió el libro y comenzó a leer en voz alta, su voz profunda llenando la habitación. Era un poema sobre el amor, el sacrificio y la redención. Las palabras parecían cobrar vida mientras él leía, y Emma sintió que algo dentro de ella comenzaba a cambiar. Cuando terminó, cerró el libro con un suspiro y la miró directamente.

"Emma, no soy un hombre fácil. No he sido amable contigo desde el principio, y he cometido errores... pero quiero ser mejor. No solo por Gabriel, sino por ti."

Ella lo miró, incapaz de encontrar palabras. El hombre frío y distante que había conocido parecía haber desaparecido, reemplazado por alguien dispuesto a abrir su corazón, aunque fuera con cautela.

"Milord..." comenzó, pero su voz se quebró.

"No tienes que decir nada ahora," dijo él, levantando una mano para detenerla. "Solo quería que lo supieras."

Con eso, el Duque se levantó y salió de la habitación, dejando a Emma con el corazón latiendo rápidamente y una mezcla de emociones que no podía descifrar.

Mientras observaba a Gabriel dormir plácidamente, Emma se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, no sentía miedo. Quizás, solo quizás, había esperanza para los tres. Pero era algo que en ese instante no sabía.

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