—¡Clara! —gritó Bastian a su secretaria.
—¡Llame a la nueva empleada! —ordenó por el intercomunicador.
—¿A qué empleada se refiere, señor? —Clara no entendía lo que quería decir su jefe.
—A esa chica, me refiero a la nueva conserje...
—Eh... —Clara no respondió de inmediato porque estaba pensando intensamente en la nueva empleada a la que se refería Bastian.
«La nueva empleada que me pidió que fregara el piso temprano por la mañana, ¿la recuerdas?».
«Ah, ¿se refiere a Carmen, señor?».
«Sí, es ella, ¿verdad? Pídele que venga a verme ahora mismo», dijo Bastian con énfasis.
«Lo siento, señor. Ha renunciado...».
«¿Qué? ¿Por qué no me lo has dicho?». Bastian gritó inconscientemente a Clara, a pesar de que se le conocía por ser un jefe autoritario y nunca había sido grosero con nadie, ni siquiera con los empleados de menor rango.
—Señor, ¿no le encargó estas tareas a nuestra empresa asociada independiente? ¿No son ellos los que contratan y se encargan de los empleados de limpieza y mantenim