Berlín, Alemania
Viktor
Llevo días sin dormir bien. Y no es por trabajo, ni por negociaciones pendientes, ni siquiera por los cabrones que intentan robarme territorio. Es por ella. Por Emilia.
Desde que la vi salir de esa casa, supe que algo no estaba bien. Que su mudanza no fue un acto de libertad ni rebeldía adolescente. Hay algo más… algo que no me dice. Y esa mentira, esa maldita mentira, me está carcomiendo desde dentro.
Los informes de mis hombres comenzaron a llegar apenas la dejé sola. Pequeños movimientos que, a simple vista, parecerían inocentes: ir al campus, a la biblioteca, a una cafetería. Pero yo la conozco. Sé leer entre líneas. Emilia no está huyendo de mí. Está planeando algo.
A mitad de la semana, los informes se vuelven más específicos. Visitas breves a zonas industriales. Caminatas aparentemente aleatorias cerca de edificios de oficinas vinculados, en el pasado, con Reinhard. Cuando me llega la tercera alerta sobre un tipo con antecedentes reuniéndose en el mismo