Mate.
Ni la brisa gélida de la noche recompone mi cordura. Me quedo ahí, perpleja, con un nudo en la garganta y otro en el corazón.
—Imposible, Sam… ¿quién te dijo eso? —reacciono incrédula, aunque consciente de que sus palabras son verdad.
—Mark. No me lo confirmó, pero cuando llegó me preguntó qué hacíamos allí…
—¿Y qué hacía él? —lo interrumpo.
—Dice que Miranda sabe, de alguna forma, que él es mi hermano. Hace unos meses se conocieron, antes de Marcos… ellos… ellos…
—¡Ay, Sam, dale! —lo apuro, impaciente.
—Se acostaron… y mantuvieron contacto hasta que luego… bueno, conoció a Marcos.
Respondo con una mueca, pero en realidad no me extraña. Miranda es una psicópata que se acuesta con cuanto hombre ve. Aun así, siento algo extraño en el pecho al saber que Mark formó parte de su círculo amoroso venenoso. Casi siento celos.
—¿Y cómo sabe de Asher? —pregunto, negándome a lo que pueda escuchar.
—Dice que en la manada una vez se lo contaron…
—Pero, Sam… ¿por qué dices que es mi mate?
—La ancian