Naia (Chiara)
La pregunta quedó flotando entre nosotros, Stefano no respondió, pero su mandíbula se tensó, los músculos de su cuello se marcaron, y la mirada de sus intensos ojos azules, pareció atravesarme.
Pensé que se iría, que daría la vuelta como siempre, pero no lo hizo.
Se quedó ahí, quieto, su respiración era pesada, como si estuviera midiendo cada latido de su corazón. Y entonces, sin previo aviso, dio un paso hacia mí.
—¿Por qué me preguntas eso? —murmuró, su voz era baja, casi amenazante.
No me moví, Lira rugió dentro de mí, ansiosa, pero me mantuve firme.
—Porque sé que entiendes lo que siento —dije, sin titubear— y sabes que yo también te entiendo.
Stefano Gruñó, fue un sonido bajo, animal, que vibró en mi pecho.
—No me conoces —dijo, claramente disgustado.
—Pero quiero —contesté, enfrentándolo.
Su mano se cerró en mi brazo con fuerza, pero sin llegar a lastimarme.
—Eso es un error.
—¿Por qué? —Desafié, acercándome más— ¿Porque eres un Alfa y yo solo una rastreadora torpe