La vida es como una ola que me lleva y me trae, pero jamás me deja en la orilla o me deja naufragar.
Cinco años después
Isabella
No quiero volver, no quiero estar de nuevo en un lugar donde solo conocí el sufrimiento. Pero Mary tiene razón, es necesario que perdone a mi padre antes de que muera, no por él, sino por mí, para sanar esa herida y poder avanzar. Cargo sobre mis hombros muchas cicatrices que no me dejan vivir en paz.
Lo que no sé es si estoy lista para volver a ver a Alexander. Él necesita conocer a su hijo, saber de su existencia. Su amor me sigue doliendo, el fuego que sembró en mi corazón es eterno, incapaz de extinguirse por completo.
—Isabella, ya tengo los boletos de viaje. —Me limpio una lágrima antes de girar y encontrarme con Fernando—. Mañana a las dos estaremos rumbo a los Estados Unidos —anuncia sacudiendo en alto los tiquetes de avión.
Le sonrío y recibo el beso que deja sobre mis labios.
—¿Conseguiste la casa? —Me aparto de su lado tratando de disimular que no