¿Condena, redención o castigo?
Deseo.
Isabella
Mis pies se mueven rápido hasta llegar al estacionamiento, desplazo la mirada por todo el espacio buscando la figura familiar, hasta que finalmente lo veo. Luce igual que siempre, serio, traje y lentes oscuros. Porte arrogante, como la de un dios inalcanzable. Voy hacia él, me sonríe al tenerme cerca y me doy cuenta de que, para mí, guarda un gesto especial.
Somos amigos y la verdad es que lo quiero mucho. Tengo mucho que agradecerle.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —Va directo al grano.
—También estoy feliz de verte, Rogert. —Exhala. Sonrío.
—Isabella, no estoy para jueguitos —dice—, de verdad, ¿por qué no me avisaste que vendrías? —Se quita los lentes y los guarda en el saco.
—No tengo que pedirte permiso Rogert ni darte santo y seña de cada movimiento que hago. —Rueda los ojos—. Estoy consciente de lo mucho que me has ayudado y créeme, voy a estar en deuda contigo por siempre, pero aun así, es mi vida y puedo hacer lo que yo quie