Amelie Manson
Sentía que la sangre me hervía en las venas, había aceptado supuestamente la alianza comercial entre la compañía de Armando y Feldman, aunque esa no era su compañía.
¡Maldito desgraciado!
Ahora, él muy descarado quería verse conmigo y cerrar el negocio en persona. Aproveché la oportunidad para hacer las cosas a mi acomodo, lo cité en mi oficina ante las negativas de Damián, y el muy cretino, faltando cinco minutos a la hora de nuestra cita, llegó.
—Mi querida Amelie, cariño de mi vida, ¿cómo estás? —se acercó a mí con ese tono farsante y zalamero que solo él podía creerse.
—Armando, ¿qué tal? —fingí cordialidad, disimulando el asco que me producía.
Con esa sonrisa estúpida que siempre lo había caracterizado, se sentó frente a mí como si estuviera en su propio terreno.
—Has tomado una decisión muy acertada aceptando la alianza comercial entre las dos compañías. Sabes bien que tú ya conoces el manejo de ManVen.
ManVen. Manson y Venares. Las siglas de los apellidos de mis p