Amelie Manson.
Un par de días más tarde, mi amiga-abogada estaba en mi despacho, le había logrado resumir a grosso modo todo lo que había sucedido con los Feldman, y ella no se lo podía creer, también aproveche para desahogarme lo ocurrido la última vez con Damián, lo llevaba atorado entre pecho y espalda.
—¿Y me estás diciendo que después de todo… simplemente se fue? —preguntó Soraya, mientras cruzaba las piernas con elegancia, aunque su mirada estaba completamente fuera de lugar en esa postura casual. Estaba indignada.
Asentí, removiendo el café con la cucharita, aunque no lo había probado. No podía. El estómago no me daba tregua desde hace días.
—Tuvimos una discusión, y luego me besó —expliqué, sin entrar en detalles—. Se enteró de mi embarazo por otra persona. Me gritó, me juzgó... y luego desapareció. No he vuelto a saber nada de él, y creo que así es mejor.
Soraya suspiró hondo, echándose hacia atrás en el sillón de mi despacho.
—¿Y los niños? ¿de verdad te harás cargo de todo