Capítulo 66. Subasta de personas
Victoria bajó del auto y había una fila de personas entregando la invitación al equipo de seguridad.
«Y ahora ¿qué hago?»
Victoria no podía dar media vuelta e irse, ya llamaba bastante la atención con el antifaz, un hombre la miró y sonrió.
— ¿Y tú de dónde saliste?
Victoria sonrió y susurró con voz ronca:
—Del mar.
El hombre se echó a reír y le ofreció el brazo, Victoria lo tomó.
—Mucho gusto querida, soy Vecchio —dijo el hombre ofreciendo su mano—. Es un honor escoltarla, ¿dónde trabajas, muñeca?
—Mucho gusto Vecchio, puedes llamarme Sirena, y me muevo en círculos muy célebres y públicos, por eso el antifaz.
— ¿Algo que pueda interesarme?
— ¿Qué es lo que buscas? —Preguntó Victoria improvisando sobre la marcha.
—Tengo casinos discretos, me muevo en Europa, en Milán está mi sede principal.
Victoria avanzó y afirmó con la cabeza, el hombre insistió.
— ¿Dónde trabajas Sirena?
Victoria recordó sus días como modelo profesional y las extravagante