Fernando
¿Quién iba a decir que Sofía llegaría a revolver mi vida y ponerla patas arriba? Yo, que siempre me consideré un hombre firme, con la determinación inquebrantable de seguir el camino del sacerdocio, terminé rindiéndome a lo más humano, lo más terrenal y lo más puro que existe: el amor.
Hoy se cumplen dos meses. Dos largos meses desde que la vi por última vez, dos meses en los que no regresé, en los que me alejé de ella y de todos para pensar.
Dos meses en los que luché contra mí mismo, contra mi pasado, contra mis decisiones. Le pedí que me esperara, y aún me estremezco al pensar en la forma en que me miró, como si supiera que volvería, como si jamás dudara de mí.
Sí, necesitaba ese tiempo. Necesitaba cerrar capítulos y, sobre todo, renunciar de manera definitiva a mi vida como posible sacerdote. No porque la fe haya muerto en mí, no… sino porque descubrí que amar a Sofía no contradice lo que creo, sino que lo reafirma.
Voy en mi moto, la misma que me ha acompañado en tanta