Sean se levantó de su asiento con una decisión firme, pero el rostro lleno de confusión contenida. Caminó con discreción hacia el frente del avión, donde Emily leía un informe mientras tomaba agua.
—Emily —dijo en voz baja, sin rodeos—. ¿Qué tiene Julie?
Emily lo miró sin sorpresa. Ya sabía que ese momento llegaría.
—Lo que te dije hace días: no está bien. Su cuerpo está exigiéndole descanso.
—Pero eso no me alcanza —dijo él, con un tono que mezclaba frustración con miedo—. ¿Es algo serio?
Emily sostuvo su mirada un momento.
—Es algo delicado, pero no es mi lugar decirlo.
Cuando ella quiera... lo sabrás.
Sean bajó la vista, apretó los labios.
Asintió sin discutir.
—Está bien.
***
Al volver a su asiento, notó que Julie se había quedado dormida.
Pero su posición era incómoda: el cuello ladeado, la espalda tensa, las piernas apenas dobladas bajo el abrigo.
Sean se acercó lentamente.
—Julie... —susurró, tocándole el hombro con suavidad.
Julie abrió los