El salón de juntas en Noosa estaba listo desde temprano.
Mesa de mármol claro, pantallas encendidas, documentos impresos en carpetas negras con el logotipo de Phant-A-Sea y Wilton & Co.
Sean revisaba las notas de la presentación con gesto firme.
Vestía camisa blanca sin corbata, saco gris, el reloj heredado de su padre marcando las 15:52.
Faltaban minutos.
Y sabía que serían largos.
—¿Todo en orden? —preguntó Luca, acomodando su tablet junto a una hoja de cálculo impresa.
—Sí. —Sean asintió—. Quiero que tú y Matías estén aquí conmigo.
Aunque ya tengamos el borrador, no quiero dejar flancos abiertos.
Y menos sabiendo quién encabeza el equipo creativo de Wilton.
Matías cruzó los brazos, directo.
—Savannah viene, ¿verdad?
Sean soltó aire sin responder.
Fue suficiente.
***
A las 16:01, Derek Mallory entró al salón acompañado de Savannah.
Traje azul marino, sonrisa afilada, y ese estilo californiano que sabía vender innovación sin parecer arrogan