El día avanzó entre informes, ajustes de última hora y la expectación por la fiesta anual corporativa. En cada rincón del hotel había movimiento: personal decorando el salón principal, diseñadores probando iluminación y miembros del equipo corriendo con carpetas y listas.
Julie, sin embargo, se mantenía en su propio ritmo. Profesional. Precisa. Inescrutable. Vestía de negro, con el cabello recogido en un moño bajo, y caminaba por los pasillos con los auriculares conectados al teléfono mientras respondía correos pendientes.
Al mediodía, cruzó el área de coordinación y justo al girar, se topó con Sean.
—Julie —dijo él, dando un paso hacia ella.
Ella se detuvo sólo por cortesía.
—No puedo ahora. Tengo demasiado trabajo que revisar antes de que lleguen los técnicos.
Sean intentó sostener la mirada, pero Julie ya estaba girando para irse.
—¿Hablamos después? —insistió él.
—Si queda tiempo —respondió ella sin dureza, pero sin espacio para más.
La noche cayó más rápido de lo habitua