CAPÍTULO 69. Desenmascarada.
El crujido de la puerta al abrirse la obliga a detenerse. Se gira apenas, el corazón golpeándole en el pecho, y ahí está Alejandro, detenido en el umbral. No lo escuchó llegar.
Él avanza despacio, su mirada fija en las maletas. La sombra de su silla se proyecta sobre la alfombra mientras el silencio se hace insoportable.
—¿Adónde piensas ir, Luciana? —su voz baja y firme corta el aire, cargada de reproche.
Ella suelta una risa suave, casi forzada, mientras cierra una de las maletas con gesto rápido.
—Oh, Hola hijo…esto…eh… —Se gira hacia él con una sonrisa ensayada—. Un viaje con unas amigas de la fundación. Solo unos días, nada más.
Pero la tensión en sus hombros y el leve temblor en sus manos traicionan la serenidad que intenta mostrar. Alejandro la observa en silencio, sin apartar la mirada, como si pudiera desnudar sus mentiras con solo verla.
—¿Con amigas de la fundación…? —repite con sorna, dejando que la desconfianza pese en cada sílaba—. No me tomes por idiota, Luciana.
Ella