CAPÍTULO 54. El Precio del Silencio.
Luciana se mira en el espejo del vestíbulo, acomoda el broche de diamantes en su cabello y se rocía un último toque de perfume. El eco de sus tacones resuenan sobre el mármol mientras avanza con paso firme hacia la puerta. Afuera, el chofer ya espera con el auto encendido, y Rómulo se mantiene atento, como siempre, a cada detalle.
Cuando está a punto de bajar los escalones de la mansión, un automóvil se detiene bruscamente frente al portón. La puerta se abre de golpe y Giovanny aparece, visiblemente agitado, avanzando hacia ella con rapidez.
—¡Luciana! —exclama, con la voz cargada de urgencia.
Ella se sobresalta apenas, pero enseguida recupera la compostura y alza el mentón con desdén.
—¿Qué haces aquí? —responde, fría y altiva—. No es momento para tus apariciones inoportunas.
Giovanny se planta frente a ella, con la respiración entrecortada.
—Necesito hablar contigo… ahora mismo. Es algo urgente… es de vida o muerte —murmura, intentando controlar su tono ante la presencia del chofer