CAPÍTULO 18. Un paso en falso
Valentina, con el corazón acelerado y la mente nublada por la furia, gira sobre sus talones y camina apresuradamente hacia la puerta. Las lágrimas no contenían su rabia ni su humillación, pero las mantenía bien guardadas tras una máscara de firmeza. Quería escapar de todo: de la mansión, de Alejandro, de esa sensación de ser una prisionera.
Su respiración se vuelve más agitada mientras avanza por el pasillo, y justo antes de llegar a las escaleras, el sonido seco de sus tacones resuena como una alarma en el silencio. En su mente, solo hay un pensamiento: huir, huir lo más rápido posible. Pero en su prisa, el dolor y la frustración la ciegan.
En un instante, el tacón de su zapato se engancha en el borde del primer escalón. El sonido de la caída retumba en la mansión. La fuerza de la gravedad la arrastra hacia abajo y, con un grito sofocado, Valentina se ve lanzada por las escaleras. Sus manos intentan aferrarse a las barandillas, pero no logra evitar el impacto.
El golpe es brutal. Su