Sofia:
El lobo bebía del biberón con verdadero entusiasmo.
—¿Pasaste mucho trabajo para encontrarlo?- preguntó ella a la sumisa.
—Un poco. Allí abajo casi no hay iluminación y hay demasiadas cosas acumuladas por todas partes.
¿Por qué tendrían los Ivanov cosas de bebé sin estrenar en el sótano? Sofía se preguntó, ve tú a saber, en esta familia todos están locos.
—Gracias Ludmila.
—Para servirle, señora.
La sumisa se movió en dirección a la puerta.
—Oye.- la llamó ella.- ¿dónde podría conseguir un collar para…- gruñó, el nombre que Alexis le había puesto al animalito era ridículo.-…para el cachorro?
Ludmila la miró fijamente por un instante.
—¿Servirá uno de los que llevan las sumisas, señora? A lo mejor, le queda grande pero se podría ajustar.
—Eso sería genial. ¿Dónde lo encuentro?
Ludmila sonrió.
—No se preocupe, Señora, yo se lo traigo.
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—Alexis salió- anunció Milia, durante el almuerzo.
—¿Y la italiana?- masculló Yelana.
—Pidió que le subieran una bandeja a su