Cara a cara:
El agua de la bañera no estaba tibia, estaba lo suficientemente caliente como para escaldar a un cerdo y curiosamente, esa era la temperatura exacta a la que el Don disfrutaba los baños.

Sentado en ella, con las piernas encogidas de lo excesivamente alto que era y con cara de pocos amigos, Alexis ponderada los acontecimientos de los últimos días.

Pensar tanto le estaba causando jaquecas.

Bufó exasperado, y lanzándole una mirada cargada de lujuria a su nuevo juguete, ordenó.

—Ven, esclava. Enjabóname la espalda.

Sofía se acercó sin chistar. Tomó el jabón , con él embarró una gigantesca esponja y comenzó a enjabonar la musculosa espalda rusa.

Mientras lo acariciaba con la esponja, ella comenzó a notar las cicatrices que Alexis tenía en la espalda. Eran muchas, y estaban superpuestas, se notaba que no bien sanaba una ya estaba recibiendo otra.

—No malgastes tu compasión conmigo, italiana. Cada una de esas cicatrices me las desquité. Todo el que me agravia termina muerto.- susurró
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