Capítulo seis. Que nunca se entere

Que nunca se entere

Pilar gimió sin poder contener más el dolor que le atravesaba el cuerpo, no era solamente su costado herido y lleno de sangre, sino también el dolor intenso que sentía en la parte baja de su vientre, justo donde su cadera pegó contra la puerta del auto.

—Me duele —expresó mientras el olor metálico de la sangre le hizo sentirse mareada.

—¿Pilar? —llamó Domenico saliendo de su estupor inicial.

—¿Qué sucede? —preguntó Vittorio girando la cabeza para ver lo que ocurría con Domenico y Pilar.

—¡Maldición! —exclamó Domenico al sentir el cuerpo de Pilar desvanecerse.

—¿Domenico? —insistió Vittorio, mientras el auto se desplazaba por la zona de rocas para retomar la carretera principal.

—¡Pilar está herida y se ha desmayado! —gritó.

Vittorio miró a Pilar, tenía los ojos cerrados y una mano llena de sangre sobre su costado.

—¡Conduce a Palermo sin detenerte, no importa lo que tengas que hacer, pero hazlo a la brevedad posible! —gritó el guardaespaldas.

El chofer asintió, pr
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