Dalia la acusó con ira, —Tú y Thiago me están tratando como a una mendiga.
Isabela no la miró y siguió podando las ramas, diciendo con frialdad: —Tienes manos y pies, búscate un trabajo y mantenete.
—Tengo dinero, pero no te lo voy a dar.
—¡Isabela, tengo una parte de la fortuna familiar! Tú y Thiago no pueden quedarse con todo.
Dalia gritó enfadada, —¡No mereces ser mi hermana! ¡Se acerca el Año Nuevo y te niegas a darme dinero para las vacaciones!
—Todo el mundo se está preparando para las vacaciones. ¿Dónde voy a encontrar trabajo? Aunque lo encuentre, no me pagarán a tiempo. Sin dinero, me moriré de hambre. Dame dinero ahora mismo. Tengo que pagar el alquiler, repostar el coche de gasolina y comprar ropa nueva.
Isabela seguía sin mirarla y dijo con frialdad, —Thiago recibió la herencia de tus papás, así que ahora es rico, pero durante las vacacones, se ofreció en voluntariado para conseguir un trabajo y ganar algo de dinero.
—No estás ni a la altura de Thiago. Thiago aún es estudia