Pasó una semana y Felicia seguía sin aparecer.
Manuel era joven y lo dejó atrás rápidamente, mientras que Santiago estaba tan preocupado estos días como su madre y su padre.
La primera vez que se distrajo en clase y no respondió a la pregunta del profesor, fue abucheado por un par de alborotadores.
Quiso preguntar a su madre y a su padre dónde estaba Felicia, pero al ver sus feas caras, se tragó las palabras al salir de su boca.
A mamá se le cayó una lágrima cada vez que hablaba con la tía Lynn por teléfono, mientras papá se inquietaba y el tío Omar siempre tenía prisa por salir corriendo.
Incluso Josefina suspiraba mucho y su cocina ya no era tan buena como antes.
Santiago entró sigilosamente en el estudio, tenía su propio pequeño estudio, era su espacio aparte. Abrió el cajón de su escritorio y en el fondo había una foto suya con Felicia en la mano.
Fue tomada en el primer cumpleaños de Felicia.
La niña apenas supo caminar y sentía curiosidad por el mundo, pero como no pudo andar con