El ambiente entre el trío de padre e hijo era un poco frío... Manuel no pudo evitar estornudar.
Tras un momento de silencio, Polo susurró: —Volved todos a cambiaros, saldremos en unos minutos.
—¿Eh? —Santiago se sorprendió, —Papá, tengo que tomar clases de refuerzo...
—Estoy de permiso de tu profesor.
El joven estaba un poco confuso: —¿Qué es más importante que mis clases de refuerzo?
—¡Santiago! —se agravió Polo—. ¡De ahora en adelante harás lo que yo te diga, tantas palabras!
—Vale... —Santiago frunció el ceño y no dijo nada.
Polo se llevó las manos a la espalda, volvió a mirarlos a los dos y se dio la vuelta para marcharse.
Cuando estaba lejos, Manuel se atrevía a asomar la cabeza y preguntar a su hermano en un susurro: —¿Qué le pasa hoy a papá?
—Uf—Santiago sacudió la cabeza—.¡probablemente asfixiado por el dinero de bolsillo!
—Vale—Manuel se mostró de acuerdo con esta afirmación—.¡Mamá nos da más dinero de bolsillo que a él todos los meses!
—¡Eso es seguro! Somos los hijos de mamá