Hera se quedó atónita, seguida de varios guardias altos que se adelantaron, la cogieron de los brazos a derecha e izquierda y la arrastraron.
Henry le puso una orden de inmovilización y Hera estaba encerrada en su palacio y no podría salir en un futuro cercano.
Hera se debatía y gritaba histérica, sus gritos frenéticos resonaban en el pasillo dorado. Henry se volvió, con las emociones tan mezcladas que respiró hondo varias veces antes de calmarse.
Huntley oyó una conmoción procedente de la sala principal y se acercó corriendo justo a tiempo para ver que los guardias sacaban a rastras a Hera.
Los dos hermanos se encontraron, Hera lo miró con enojo y, por un momento, un escalofrío brotó del corazón de Huntley.
...
Huntley entró en la sala principal y se agachó suavemente delante de Henry.
—Vienes... —Henry forzó una sonrisa.
Huntley siempre lo había visto como un gran árbol, pensando que podría resistir el viento y la lluvia y durar para siempre. Pero en ese preciso instante, Huntley se