No tardó mucho en llegar la hora de que Luna tomara su medicación.
Soledad había suplicado expresamente a Ánsar, esperando una medicina exclusiva para ella que hiciera que Luna la tomara obedientemente sin darle miedo.
Aunque no quería hacerlo, Ánsar buscó al desarrollador del medicamento para niños...
Así que Luna tenía una medicina especial, con forma de luciérnaga, sabor a caramelo y un nombre especial, llamada "Pastillas energéticas de luciérnaga".
Soledad tomó el agua y la medicina de la criada y le dijo a Luna con una sonrisa: —¡Es hora de tomar las pastillas energéticas!
Luna estaba contenta, pero frunciió el ceño: —¿por qué no me convierto en luciérnaga después de tomar tanto?
—¿Te gustaría ser una luciérnaga?"
Luna asintió afanosamente.
Soledad señaló la almohada y preguntó:—¿Qué le pasa a tu bebé cuando te conviertes en luciérnaga?
Luna se sonrojó, acunó apresuradamente la almohada entre sus brazos y guardó silencio.
—¡Lo siento, es mi culpa! —Soledad se apresuró a explicar—,