Soledad se despertó aturdida a la mañana siguiente, con la mente en blanco y la cabeza doliéndole como si fuera a rompérsela.
Esperando a que su conciencia volviera poco a poco, fue capaz de conectar brevemente los puntos de los acontecimientos de la noche anterior: había salido de la casa de Lucía un poco deprimida, había intentado comprar una copa pero no había podido por su falta de identidad y se había topado con su vecino viejo.
El amable tío gitano le dio la cerveza y ella se sentó en el camino a bebérsela.
Y entonces...
¿Y cómo volvió al hotel?
Le pareció tener la impresión de que también pasó su tarjeta de habitación.
Pero...
Abrió los ojos de golpe.
¡Los muebles de esta habitación eran diferentes a la de ella!
El ligero y fresco aroma de esta almohada era el tipo de aftershave que usaba siempre Daniel.
Y ella, ¿ella estaba realmente tumbada en la cama de Daniel?
—Ay...
Soledad soltó un grito histérico.
¡Madre mía! Ayer pensó que estaba en un sueño, ¡así que dijo todas las cosa