Aunque Ana Ramírez no tenía intención de casarse de nuevo, sus palabras de hacer amigos hicieron que Lucía García sintiera esperanzas.
Durante estos días había estado buscando formas de unir a ambas personas.
Después de pensar mucho, la mejor opción parecía ser la más tradicional, es decir, organizar una cita.
Primero, ella llamó a Ánsar Ramírez, insinuando vagamente que quería reunirse con él en algún lugar para charlar un rato, y le recordó especialmente que trajera consigo al gato siamés de la última vez.
Ánsar colgó el teléfono y quedó atónito por la sorpresa.
—Rafael Díaz, ¿no escuché mal?— Confirmó incrédulo varias veces. —¿Lucía quiere... tomar café conmigo?
Rafael Díaz también sintió una sensación increíble, similar a ver salir el sol por el oeste.
Aunque Lucía era amable y accesible, rara vez tomó la iniciativa de invitar a alguien.
Rafael frunció el ceño, y de repente al recordar un detalle.
—Presidente, Lucía dijo que trajeras al gato siamés contigo.
—¿Eh? ¿Qué significa eso