—¿Estás segura de esto? —preguntó Dante, su voz grave, como si pudiera contener una tormenta.
—No —respondí, sin mirarlo—. Pero no tengo opción.
—Siempre hay opción, Zoe.
—No cuando el pasado conoce tus fallas, tus claves… y aún así, te sigue deseando.
Su silencio fue más elocuente que cualquier grito. Lo que íbamos a hacer era una locura. Pero si quería tener acceso a la torre de comunicaciones más vigilada de Europa, solo había un nombre al que podía acudir.
Erasmus Whinter.
También conocido como Luca. El hacker más letal de la red negra. Mi primer amor. O mi primer verdugo. Difícil diferenciarlos. Me enseñó a leer código como si fueran poemas. A mentir con los ojos abiertos. A robar secretos entre besos. Y a desaparecer cuando más lo necesitaba.
Ahora, años después, era yo quien llamaba a su puerta.
El lugar era un viejo observatorio astronómico en las afueras de Berlín. Las cúpulas oxidadas emergían entre la niebla como cráneos olvidados. Guardias armados nos recibieron. Al escuch