**LEONARDO**
Mientras avanzamos hacia el evento, Noah rompe el silencio entregándome un estuche negro. Lo sostiene con esa calma arrogante que parece su segunda piel, como si estuviera un paso adelante en un tablero que yo apenas empiezo a descifrar.
—¿Qué es eso? —pregunto, ladeando una ceja, sin apartar la mirada de sus manos firmes.
Él sonríe apenas, una curva mínima que no necesita más explicación.
—Un traje, Sabía que lo necesitaría.
Me incomoda su certeza. Noah siempre anticipa los movimientos, como si conociera mi destino antes que yo mismo. Tomo el estuche con un gesto seco, intentando no mostrar lo que realmente siento: alivio. Porque, aunque me cueste admitirlo, necesito que alguien piense en lo que yo no puedo ver en medio de este caos.
Abro el estuche, y ahí está: un terno negro impecable, camisa blanca almidonada, corbata sobria. Todo elegido con precisión. Paso los dedos por la tela; el tejido es firme, elegante, y de inmediato imagino la forma en que me transformará. No