78. Agradecimiento inesperado
Nuria
Todavía no conseguía entender lo que estaba pasando.
El dolor ya no era insoportable. El cuerpo empezaba a responder, poco a poco. Pero no era eso lo que me dejaba confusa.
Era él.
El maldito Alfa de Boreal.
Aquel lobo enorme, bruto, dominante hasta el último cabello… me estaba cuidando como si yo fuera de cristal. Dormía a mi lado, o mejor dicho, vigilaba, como un guardián silencioso. No dejaba que nadie me tocara. No permitía que me esforzara. Y más que eso… decía cosas que removían partes de mí que ni siquiera sabía que aún existían.
Mi loba estaba completamente afectada. Se acurrucaba dentro de mí cada vez que él se acercaba. Se aquietaba cuando él hablaba. Casi ronroneaba cuando él me sujetaba por la cintura con firmeza, como si el lugar más seguro del mundo fuera exactamente allí… entre los brazos del Alfa que un día odié.
Pero el problema es que… yo también estaba empezando a creer eso.
Él no me forzaba a nada. Simplemente… estaba allí. Fuerte. Presente. Intenso. Y, poco