79. Obsesión
Nuria
Tres días.
Fue el tiempo que mi cuerpo necesitó para entender que aún existía vida aquí dentro. Que no estaba muerta, ni había sido llevada por la Diosa, por más que, en algunos momentos, lo hubiera deseado.
Desperté hoy con los ojos más firmes. Con los músculos aún débiles, pero obedeciendo poco a poco. Y con un olor en el aire que delataba que él estaba allí, rondando, cuidando.
Sentado, en silencio, en el rincón de la habitación del hospital, como si su única función en el mundo fuera vigilar mi respiración.
Él me miró incluso antes de que yo lo llamara. Como si el instinto le avisara que yo había despertado de verdad, esta vez. Un calor extraño recorrió mi espalda, algo entre seguridad e inquietud.
"¿Ya puedo salir de aquí?", pregunté, intentando disimular el nerviosismo al sentarme en la cama.
"Ya deberías haber salido", respondió él, levantándose con esa postura que parecía dominar el ambiente. "Pero los médicos prefirieron esperar. Yo no".
"Ah, ¿entonces ahora también ere