45. Necesito un plan
Stefanos
"Pero voy a respetar tu tiempo", dije, la voz más baja, más real, como si estuviera jurando algo solo para ella. "Sé lo que pasaste. No te voy a forzar. No te voy a quitar nada."
Mi mano aún reposaba en la suya, sintiendo el calor que escapaba por su piel temblorosa. Su corazón latía rápido, tan rápido como el mío.
"Quiero que elijas", susurré junto a su piel. "Que aceptes. Que desees. Que me quieras."
Los ojos de Nuria estaban en los míos, como si buscaran alguna trampa escondida, alguna mentira entre líneas. Pero no la había. Allí, por primera vez, me rendía. A ella. A esa conexión maldita e inexplicable.
"Me estás volviendo loco", dijo, la voz quebrada. Confesión y acusación en la misma frase.
Sonreí, casi con dolor.
"Es recíproco, lobita."
Pero entonces algo la despertó. Un hilo invisible. Un brillo en sus ojos se apagó por un segundo, como si el recuerdo de todo lo que la lastimó volviera con fuerza. Como si el deseo, el tacto, el calor... todo fuera un error para ella.