Nuria

La puerta se cerró detrás de mí con un chasquido seco.

Pero fue como si el sonido resonara dentro de mi pecho, rompiendo algo que no sabía nombrar.

Estaba temblando. Por dentro y por fuera.

El cuerpo aún ardía donde él me tocó. Los labios... hinchados, sensibles, hambrientos. Y la piel... la piel gritaba por él. Todavía sentía sus manos. Su respiración. El calor animal que nos rodeó.

Y yo había huido.

Como una cobarde.

Corrí por el pasaje secreto sin mirar atrás, el corazón latiendo desacompasado, el pecho doliendo. Cada paso que me alejaba de él parecía también quitarme el aire de los pulmones.

"Que acepte. Que desee. Que me quiera."

Su voz aún resonaba en mi mente.

Y odiaba el hecho de que él tuviera razón. Necesitaba elegir lo que quería.

Pero yo también necesitaba tiempo. Para entender lo que me estaba pasando. Con mi cuerpo. Con mi loba.

Pero, ¿la verdad?

Lo que más me asustaba no era él.

Era... yo misma.

Porque cuando sus labios tocaron los míos, no hubo miedo. No hubo rec