44. Explosión de deseo
Stefanos
Mi mano tocó su cintura. Ligera. Pero lo suficientemente firme para sentir la tensión de su cuerpo.
Ella no respondió.
Solo jadeó cuando mis labios rozaron de nuevo su piel, el cuello delicado inclinándose ligeramente hacia un lado, como si instintivamente me ofreciera paso.
Mi nariz se deslizó por su piel.
Ella se estremeció.
"¿Es mi olor lo que te eriza así, lobita?", susurré. "¿O es la sangre? ¿El don? ¿O soy yo... y lo que te hago?"
Mi mano subió despacio por su columna, sintiendo el calor que emanaba de su piel. Los músculos bajo mis dedos estaban tensos, listos para reaccionar, pero no hubo retroceso. Ninguna negación.
Solo expectación.
Y deseo.
Ella intentó apartarse, pero mi presencia la rodeaba por todos lados. Yo era la pared contra la que chocaba. Y el suelo bajo sus pies. Y el fuego que la quemaba sin aviso.
Sus ojos se cerraron por un instante. Un instante demasiado largo.
Entonces ella dijo:
"Esto no está bien…"
"¿Bien?", repetí con ironía. "Esto es más correcto